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por lo tanto entorpecen su desarrollo. La interdisciplinariedad, en la educación, plantea dos necesida-
des básicas: en primer lugar, lograr una “cosmovisión”; es decir, una visión sistémica y sistemática de
los conceptos de globalidad y “complejidad” de los distintos saberes, integrando sus especificidades;
en segundo lugar, proponer alternativas de solución a los problemas sociales más actuales y relevantes
mediante la concreción de estrategias interdisciplinarias.
Lattuca et al. (2004) han hecho esfuerzos por establecer una tipología de procesos interdisciplinarios
en la educación. Así, cuando se habla de cursos disciplinarios informados o enriquecidos, se refieren a
aquellos programas en los que se acude a explicaciones de disciplinas diferentes tendientes a mejorar
la conceptualización o la metodología. Adicionalmente, denominan interdisciplinariedad sintética a
la situación que se presenta cuando los cursos y procesos de enseñanza-aprendizaje se vinculan con-
ceptual y metodológicamente en varias disciplinas. Reservan el concepto de transdisciplinariedad a la
aplicación de conceptos y metodologías únicos en ejemplos o situaciones correspondientes a ámbitos
diferentes y circunscriben el concepto de interdisciplinariedad conceptual a los programas rigurosos,
cuya base disciplinaria no puede asignarse fácilmente a una disciplina específica.
Sin embargo, se considera necesario establecer una discusión al interior de la comunidad académica
sobre el tema de la interdisciplinariedad en la investigación, la docencia y el servicio, incorporando a
ella los actuales planteamientos pedagógicos en el ámbito académico nacional e internacional. Posible-
mente la falta de este debate se explique por la asunción de definiciones rígidas, posición que resulta
contradictoria con la idea de flexibilidad que caracteriza al concepto de interdisciplina.
La interdisciplinariedad implica, antes que nada, una distinción básica en el proceso de investigación
científica para la solución de problemas. Para ello, se requiere cultivar momentos de especialización
disciplinaria y momentos de contraste, mediante un diálogo que tienda a establecer la validez de los
resultados obtenidos, una vez que disciplinariamente se llegó a determinada conclusión. Lo anterior
implica la madurez en investigadores y coordinadores del proyecto, que se inicia con la construcción
de una metodología común y compartida por todos los integrantes del equipo, propia para el proyecto
que se haya de realizar (Mureddu, 2004).
Para el actual proceso de enseñanza-aprendizaje, en la UAM-Xochimilco se comprende a la interdisci-
plinariedad como una “actitud mental y emocional”, como un proceso, como una filosofía de trabajo
y de vida que se pone en acción para enfrentar problemas y situaciones conflictivas en cada sociedad.
La interdisciplinariedad se asocia también con ciertos rasgos de personalidad, tales como: flexibilidad,
confianza, paciencia, intuición, pensamiento divergente, capacidad de adaptación, sensibilidad hacia
otras personas, aceptación de riesgos, aprender a moverse en la diversidad, aceptar nuevos roles, et-
cétera (López. Nelson 1997).
La viabilidad de la interdisciplinariedad depende, ante todo, de la identificación de los límites evidentes
de los abordajes disciplinarios en la formación de profesionales y en la generación del conocimiento.
Dependería también de la superación de la tendencia a fragmentar el conocimiento. Se requiere de
una actitud creativa, ineludible en este momento histórico para la formación de recursos humanos y
para lograr el avance social mediante la generación y aplicación del conocimiento.
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