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creencias o razones”.
        Según Bailin (1999/1), cada área de la acción humana inteligente, incluyendo las ciencias, las artes, el
        derecho y la ética engloba en su interior ciertas prácticas de crítica a través de las cuales se prueban
        hipótesis, conclusiones, formas de actuar y creencias previamente aceptadas. En estas prácticas se
        encuentran implícitos modelos de apreciación crítica que incluyen reglas de lógica, patrones de delibe-
        ración y de argumentación, estándares que suelen utilizarse en el desarrollo de planes de acción, que
        orientan las decisiones en el curso de la acción o bien, que gobiernan la indagación y justificación en
        áreas especializadas de estudio. La definición de Bailin constituye una aproximación a lo que muchos
        autores identifican con el pensamiento crítico y que podría servir de base para un
        debate necesario, orientado a la configuración del futuro del sistema modular.
        A pesar de la inexistencia de consensos acerca de los procesos generales que integran el pensamiento
        crítico, en distintos espacios de reflexión de la Unidad, es posible coincidir con Wright (1993J cuando
        afirma que la indagación, la solución de problemas y la toma de decisiones son los procesos más re-
        presentativos de la díada reflexión crítica y pensamiento creativo. Autores como Marsano et al. (1988J
        consideran que la reflexión crítica involucra al menos ocho procedimientos generales del pensamiento:
        construcción de conceptos, construcción de principios, comprensión, solución de problemas, toma de
        decisiones, investigación, composición y discurso oral; una propuesta que tiene una enorme proximi-
        dad con los planteamientos del Documento Xochimilco. En el sistema modular, los objetos de transfor-
        mación constituyen los ejes que permiten el desarrollo de estos procedimientos. Así, la selección de
        problemas eje, su acotación, la construcción de marcos referenciales, el desarrollo de la investigación,
        la elaboración del informe final y su comunicación oral y escrita son las actividades a través de las cua-
        les el alumno desarrolla una reflexión crítica que estimula la creatividad.
        El desafío para cualquier institución educativa, y para la Unidad Xochimilco en particular, es dotar a los
        alumnos de un rico inventario de herramientas heurísticas para desarrollar su capacidad de reflexión,
        así como su habilidad para elaborar juicios con referencia a criterios o estándares, de tal manera que
        el educando aprenda a distinguir las valoraciones reflexivas de las superficiales, los esquemas de cla-
        sificaciones fructíferos de los triviales y los argumentos válidos de los improcedentes (Isui2000J. Por
        ejemplo, al confrontarse con una afirmación o definición, un individuo crítico reconoce las diferencias
        entre un enunciado valioso y uno superfluo; entre uno empírico y otro enunciado conceptual, antes de
        hacer una valoración responsable del mismo. Algunos productos intelectuales son mejor enjuiciados
        después de haberlos analizado y reconstruido en forma cuidadosa; un pensador crítico es capaz de
        reconstruir argumentos mediante la diferenciación de sus premisas, conclusiones y aplicaciones. El
        pensador crítico no emplea la vehemencia para convencer a otros; sus afirmaciones se acompañan de
        argumentaciones sustentadas en el conocimiento.
        El pensamiento crítico implica, además, una sólida plataforma conceptual. Bailin (1999/2) sostiene que
        los fundamentos o conocimientos básicos en un área específica son precondición para el pensamiento
        crítico y que éste se caracteriza por la realización idónea de tareas intelectuales que requieren, ineludi-
        blemente, de un sustento teórico adecuado y suficiente. La adquisición de conceptos críticos implica,

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